4 de febrero de 2008

Olga Vázquez: por qué su nombre


Nota de la Pulseada / NÚMERO 29- ABRIL 2005 / http://www.lapulseada.com.ar/29/hantavirus.htm

Hantavirus
LOS VAGUITOS

Ayelén tenía 11 años y era la princesa del corso de su barrio. Murió víctima del virus que transmite las ratas. Historia de una enfermedad que desnuda el abandono del Estado y que tiene como principal responsable a la desidia y la negligencia de los funcionarios.

Cuando Génesis Ayelén Pini falleció en el Hospital de Niños, hubo quienes no quisieron que se supiera que el hantavirus se había cobrado una nueva víctima. El parte de defunción decía "trastorno pulmonar". Sin embargo, al día siguiente la ciudad volvió a conmocionarse con otra muerte causada por esa enfermedad letal que, si se hubiese prevenido adecuadamente, no se hubiera quedado con la vida de once personas de la región desde que se produjo el primer caso, en 1998.

El hanta
"El ratón encontró buen alimento y se quedó", dice Emilio Cecchini, médico epidemiólogo y titular de la cátedra de su especialidad de la Facultad de Medicina. El virus es un viejo conocido en la ciudad: hizo su aparición en 1998 en los márgenes de la región. Desde ese momento, nunca se detuvo. Desde el primer caso hasta la fecha, llegan a 47 los infectados en el partido de La Plata, una cifra récord en el país y muy llamativa si se tiene en cuenta que es una enfermedad más propia del medio rural que del urbano. Cecchini vislumbra dos causas centrales para explicar el fenómeno: la primera es que "el ratón migra y la gente de la periferia va extendiendo sus poblados a zonas semi rurales; entonces crece la probabilidad de contagio". La segunda, es que cuando hay un enfermo se conoce enseguida ya que "La Plata es un lugar donde se diagnostica bien y rápido, cosa que no sucede en otros sitios".

El hantavirus es una enfermedad viral bastante normal en los países asiáticos. Recién a mitad del siglo pasado se conoció en nuestro continente. El virus asiático provoca una disfunción renal y es de fácil curación, pero el tipo de virus que se propagó por América ataca el aparato respiratorio, lo que hace más complicado su tratamiento y provoca la altísima tasa de mortalidad. "Como el hanta está ligada a la población de roedores, se transmite por contacto, por aspiración de la orina o el excremento del ratón colilargo. Es una enfermedad que se caracteriza por empezar como una gripe; puede haber diarrea y después rápidamente comienza la insuficiencia respiratoria. Si el paciente no tiene una buena asistencia respiratoria en un servicio especializado, lo puede llevar a la muerte", explica Cecchini.

Si bien el hábitat natural del ratón colilargo es el medio rural, se ha ido adaptando y ha aparecido en los suburbios olvidados de La Plata. "Es que ahí tiene alimento. El Hantavirus -comenta Cecchini- es una enfermedad emergente, lo cual significa que no existía antes y que es de connotación netamente ecológica. La relación con la pobreza no es el factor directo, porque antes había pobres y no había hanta. Lo que pasa es que los ratones migraron y se dieron las condiciones ecológicas como para ese contacto".

Prevenir y curar
La ciencia no ha encontrado un medio eficaz de combatir el hanta. Ni vacuna, ni suero antiviral se han hallado, por lo que lo único que puede hacerse es detectar el caso a tiempo y, sobre todo, hacer hincapié en la prevención. Justamente es éste aspecto el que más polémicas genera.

El barrio El Retiro, en Olmos, es hogar de varios carreros y cartoneros. En una de las calles de tierra que cruzan el barrio de casas de chapas y madera, jugaba hasta hace pocos días Ayelén Pini, la niña de 11 años que murió de hantavirus.

"Me parece bárbaro que arreglen las avenidas céntricas de la ciudad, pero estaría bueno que vengan y nos hagan una callecita acá en el barrio", remarca Germán Farías, docente de la escuela para adultos que funciona en el Comedor El Charquito que funciona en calle 52 y 162, a sólo 300 metros de donde vivía Ayelén, y agrega: "acá tenemos el problema del arroyo Pérez que atraviesa todo el barrio y los chicos juegan en él. El arroyo es un nido de ratas. Me contaron que han estado mirando porque la Municipalidad puso cebos y se los han devorado a todos. Ese arroyo se inundó hace 6 ó 7 años y después se dragó, pero no tiene una limpieza permanente. Ahora está lleno de pasto".

Unos días después de la muerte de Ayelén, los vecinos juntaron firmas e hicieron una movilización hasta el palacio municipal para exigir la apertura de una sala de primeros auxilios, ya que la más cercana se encuentra a 15 cuadras de allí. Pero también "hace falta que pase la red de agua, ya que la prevención del hantavirus es la higiene y sin agua no tenés higiene", concluye Farías.

La Municipalidad cuenta con una subsecretaría que coordina un programa de prevención de las enfermedades y que dirige el doctor Juan Marone. La tarea que lleva adelante consiste básicamente en la visita a los barrios en donde se detecta la enfermedad para informar a los vecinos sobre la manera de prevenir el contagio, y para repartir el veneno roenticida para colocar en el interior de las viviendas y en los terrenos baldíos o descampados donde se haya avistado al ratón.

"Trabajar en prevención significa tener pocas alternativas en el sostén del trabajo porque siempre apuntamos sobre el impacto y una vez que dejó de ser impacto, hasta la propia comunidad nos da la espalda", explica Marone, y enumera algunas medidas útiles para evitar el contagio: "tratar de mantener todo limpio; evitar los pastizales y la acumulación de basura. Potencialmente donde vemos un roedor, tenemos que pensar que está infectado. Si lo tratamos como un infectado, no lo vamos a agredir, vamos a poner raticida donde lo vimos. Esa es la primer medida, después intentamos evitar que el ratón entre en las casas. El roedor se va acercando donde hay agua, comida y abrigo. Si le sacamos esas cosas, no se acerca".

Según explica el funcionario, "el municipio viene trabajando desde el año '98 con el primer caso que sucedió en Abasto. Al principio no teníamos una organización de trabajo para la prevención; lo fuimos haciendo con la región Sanitaria XI. Pero al mismo tiempo estaba la otra parte que es la comunidad que desconocía la enfermedad y que no le tenía miedo al ratón. Ahora mismo hay personas que te dicen que un roedor no los puede matar; es más, te dice que siempre vivieron así y que no les pasó nada. O sea hay cuestiones culturales que tenemos que cambiar", enfatiza Marone.

Para Germán Farías, sin embargo, el cambio debe estar en otro lado: "Nos ha costado muchísimo solucionar el tema de la basura. Acá no venía la empresa 9 de julio a recolectar los residuos, había basurales y la gente estaba acostumbrada a quemar la basura o a tirarla allí. Nosotros laburamos todo esto con la facultad de Ciencias Naturales, erradicando algunos basurales y logramos que la empresa pase... Fue después de mucho esfuerzo. Acá le hemos pedido caños a la delegación comunal de Olmos para entubar las zanjas y nunca nos los han dado. Así es difícil. Las zanjas las hemos hecho nosotros. La delegación mandó una sóla vez una cuadrilla para hacer zanjas... Estuvieron una tarde y no volvieron más. Todo esto lo hicimos nosotros con la gente del barrio".

La muerte de la princesa
Cuando murió Ayelén, en las tapas de los diarios locales convivía la noticia del rebrote del virus con la escandalosa expulsión del delegado comunal de Olmos, Carlos Mársico, en el marco de la interna del Partido Justicialista. Mársico salió favorecido por los vecinos en las elecciones que se hicieron en el 2000, pero ahora se había distanciado de Julio Alak. Y desde hacía años, de los vecinos que lo habían votado.

Graciela Bozzolo es la encargada de alimentar diariamente con una copa de leche a 73 pibes de El Retiro. Fue la impulsora de la murga "Los Vaguitos" y la férrea organizadora del carnaval de la calle 162. Pero la comparsa perdió una integrante: Ayelén, la protagonista y "futura princesa del corso" bailó por última vez el sábado 19 de febrero. "Acá hay un responsable de esa muerte, más allá de que nosotros no conociéramos la presencia del ratón: es el delegado comunal, porque el abandono del barrio es por su culpa. Después la escalera va subiendo y encontrás al director de todas las delegaciones y después al intendente. Pero al que nosotros recurríamos era al delegado, porque era el responsable de la zona", reflexiona esta madre de 8 hijos y abuela de 14 nietos.

Graciela vive enfrente de la precaria casilla de la familia Pini. En el momento que La Pulseada dialogaba con ella, los hermanitos de Ayelén correteaban en el amplio patio delantero, ya que los padres permanecían en el Hospital de Niños aguardando los resultados de los análisis hechos al miembro más joven de la familia, de apenas 11 meses de vida.

"Ahora se vino a descubrir que jamás hubo un pedido ni de veneno, ni de lavandina ni de nada. Nunca el delegado de Olmos pidió nada a la Municipalidad, a pesar de los constantes reclamos que le hacíamos los vecinos. El costo es para ellos por el resto de sus vidas", prosigue Graciela.

Cuando Olga Vázquez y su hija murieron de hantavirus (ver recuadro) en el 2002, los vecinos también acusaron al delegado comunal de darle la espalda a los constantes pedidos de desratización y desmalezamiento. "¿Cuántos chicos más tienen que morir, - pregunta Graciela- para que alguien nos escuche? Ahora viene todo el mundo y sobra gente porque murió una persona, pero no queremos que esto pase de nuevo; hay que hacer prevenciones en otros barrios".

"La prevención es la rama de la medicina más indigna, porque estamos trabajando sobre algo que no apareció y para los políticos significa poner plata para algo que no sucedió", reconoce Marone, único funcionario municipal del área de Salud que se acercó a El Retiro para instruir a los vecinos sobre cómo protegerse del virus letal.
"Cuando vino el médico yo le pregunté qué posibilidades de enfermarnos hubiéramos tenido si nosotros hubiéramos tenido el arroyo y los terrenos limpios y él me dijo que tendríamos un 80% a favor de no tenerla. Por eso digo que hay un delegado que es culpable. Si todo este desmalezamiento que habíamos pedido se hubiera hecho, si tuvieramos agua potable...", se lamenta Graciela.

El corso popular del barrio se suspendió y Los Vaguitos guardaron la ropa de la murga que los hizo feliz por unas noches. No hacían falta las máscaras que ocultaran la identidad de ricos y pobres en ese carnaval auténtico. La muerte se coló en el baile.

Se llena de lágrimas la mirada angustiosa de Graciela. Se llena de penas el barrio por la pérdida de su futura princesa.
Daniel Mapelli

La presencia de Olga
En la calle 60 entre 10 y 11, un cartel amarillo marca la entrada del Centro Social y Cultural Olga Vázquez. El edificio, una vieja escuela ocupada por los integrantes del Movimiento de Unidad Popular (MUP) busca rescatar del olvido a la incansable luchadora social que falleció en 2002 junto a su hija infectadas por el hantavirus. "Olga fue una de las iniciadoras de la gestación del MUP, a través del laburo que hicieron con la Cooperativa El Progreso", rememora Marcos Bralo desde el patio del Centro Social.

Corría julio de 2002, el peor año registrado en la ciudad por la asombrosa cantidad de casos de Hanta, y la hija menor de la familia Valdéz empezó a tener fiebre. Luego de internarla en el hospital, la niña falleció y los médicos tardaron varios días en diagnosticar que había sido contagiada por el ratón colilargo. Pocas semanas antes, en un aras cercano a El Peligro, un veterinario que venía de Buenos Aires a realizar curaciones en los caballos, cayó fulminado por una insuficiencia respiratoria aguda. Los análisis del Instituto Malbrán determinaron que el causante de su muerte y la de su hijo había sido el mortal virus Hanta.

Olga Vázquez de Valdéz no pudo ni siquiera despedir a su hija: murió aquejada por la misma dolencia. El caso conmocionó a la ciudad y el barrio explotó de furia. El corte de la ruta 2 hizo que los funcionarios municipales se acercaran a escuchar los pedidos que los vecinos ya habían hecho al delegado comunal.

El caso se compara al de la reciente muerte de Ayelén Pini: luego del drama de la familia de El Peligro, los vecinos se enteraron que ninguno de los pedidos de desratización que les habían elevado a la delegación comunal, habían sido cursados a las áreas municipales correspondientes. "Así como están Kosteki y Santillán o Aníbal Verón, también está Olga Vázquez, que fue una compañera -agrega Alejandro Bértola, del MUP- que cayó en la lucha. Aunque no se haya tratado de un enfrentamiento policial, Olga murió por la negligencia del Estado y por eso le pusimos el nombre a este lugar".